sábado, 16 de mayo de 2009

Número 14 mil

Hijos que se sientan a escribir
miran cómo su sueño y sus sueños
se derriten en la clase de nunca
en la clase de hoy, en silencio
-mientras detrás del telón
se abre el abismo
como el túnel en las minas
que le cerró las puertas
al número 14 mil-

Hijos que ven los comerciales:
"el consumo es nada, el hambre es todo"
sale entre balbuceos desesperanzados
aferrados a una casa con luz de invierno.
El número 14 mil llega tarde y triste
camina como una sombra alargada
con ropa ligera, pero con el peso invisible
de las piedras que ya no carga.
Yo lo observo, su hijo también.

(Mujeres que cargarán
además del peso de esas piedras
el peso de la frustración, de la impotencia
de cosas que no pueden manejar
doblemente golpeadas
con todo que gritar
sin nada a qué agarrarse
con todo que callar... con todo que olvidar)

Hijos que ven cómo sus padres
se arrancan la piel a rabias
y poco a poco el número los persigue...
El 14 mil se impregna en la vida
de todos los habitantes de esa noche:
"como un elefante escapando
se derrumba la casa al oír las noticias
de aumento de las cifras de desempleo".

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