lunes, 6 de abril de 2015

Me llama la destrucción

En la esquinita fría
donde se acurrucan
los olvidados
o en la cima
de algún árbol
sin segura bajada
en las manos
convertidas en cuchillos
mutilando papeles
mojados por llanto.

En el estómago
de las palabras
protestando
sobre las arbitrarias
formas de hibernación
en el invierno
de las distancias
al ser imanes de espalda
en la cama.

La imaginería, me llama
la conversación infinita
entre las dos caras
de Géminis
y sus tensiones,
el temor sembrado
con fuego bajo la tierra
que se expande
eclipsando los colores
situando el más y el menos
en forma de guillotina.

Se me escapa de las manos
el agua
y comienzo a tomar
la mala costumbre
de agachar la vista,
masticar con sigilo
la pena
cayéndose de los bolsillos
las certezas

¿quién sabe
si podré cruzar
a pies descalzos
para que la llama
de las destrucciones
deje de llamarme?

Salud

A veces actuar
para no reventar
el globo. Pero
tampoco durmiendo
en los laureles
de la condescendencia
por el hecho de reunirnos
en la casa vieja.

Sin necesidad
de mesas redondas
jugamos ludo
y todos ludamos
de todos.

                          No importa.

Un brindis
sin mirarse
a los ojos
sellará
las distancias.