Tu silueta huele a madejas
a corcho húmedo
por destiempo
a silbidos de locuras
buscando sus pájaros
en el techo de la casa
Yo camino lento
y sin prisa
quitando alambres
incrustados en la piel:
nuestra terrible cruzada
de amar y odiar
a un mismo pulso
Desde esta noche el ruido de la ciudad
me recordará nuestra partida
donde se deshacen
las uñas como sal
en vestigios de terquedad
en miles de luminarias
que repiten rituales
de hojas atacadas
por el sol
simulando el bienestar
de un lado de la periferia
hasta el otro
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