jueves, 30 de octubre de 2014

Perros lunáticos

Tanto de su Luna
bebí hasta los gritos
madrugadas
tras el celo de nosotros perros
mordiéndose el aire
fragmentado en pequeños ahogos.

Éramos marea
mil veces entre las piedras
golpéandolas.

La Luna no se vaciaba
y bebía y bebía
su leche
en nuestros muslos y pechos
discurriendo.

Cruzamos las fronteras.
La Luna aún no se vaciaba
pero su luz era el artificio del Sol
pues seguimos perdidos
en su contracara
un par de años.

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