viernes, 18 de abril de 2014

Sino y sin

Días en que despierto
de un letargo arrastrillado
echada al bolsillo la muerte
las dudas durmiendo bajo el colchón.

Tu mirada en la desnudez
esos ojos grandes
absorbiendo mi espacio corporal
dicen que me aman
lo dices
pero no sé si es la flecha de un querubín
o la lanza de un torero.
Hace tan poco tiempo
habías ofrecido un papiro
sentenciando
que todo estaba tuerto, por lo visto.

El tercer ojo algunos le llaman a esta claridad
pero la verdad es que ensayo a diario
los signos vitales
que mantienen el ritmo estable
de las palabras
"no cae nada más del cielo
que los escupos lanzados al aire", pienso.

No será un vendaval
el que me lleve hasta tu cama, esta vez
preferiré escalar hasta el sino
de las certezas
antes de amarrar el aire
-grave delirio-.

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