martes, 12 de octubre de 2010

La vida un ajedrez

Demandan los tiempos
saltar en cuadros
blancos y negros
sortear lo que no es azar
sin dejar de percibir
el olor a tierra húmeda
en medio de la ciudad.

La vida un ajedrez
una trampa conciente
una sonrisa de verano
y de chocolate que se derrite
dulce mentira,
que ostenta con recelo
miles de sabores desconocidos;
olor a sudor, metal y polvo
un carro arrastrado
por caballos que arrasan
con reyes y reinas
de ambos bandos,
el secreto:
los más sencillos
se desnudaron
queriendo romper el tablero.

Jaque mate
      al juego.-

"La revolución
comienza por casa"
alfiles como alfileres
afilados al fin
para cruzar el corazón
de ese cuerpo pesado
un golpe sutil
el beso de Judas
medido en otros parámetros.

Mi antipatía
a los finales felices
los ojos de odio
de ese poeta,
los ojos de un infante
descubriendo telarañas,
no da espacio
a ilusiones
ni cantos de sirena.

El ajedrecista de libreto
no sabría cómo hacer
esta travesía.

Demandan los tiempos
que se cierre el tiempo
de algunas dudas,
un ciclo que va
desde el triciclo
a la cuerda floja:
único modo
de apostar
por la estrategia correcta.

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